La narrativa de Roberto Bolaño es singularísima; hasta sus
críticos más adversos lo reconocen. En efecto, en menos de diez años la
singularidad de Bolaño se ha impuesto en el campo de las letras
hispanoamericanas. Más que ocupar una posición existente, ha creado una nueva
posición, como diría Pierre Bourdieu, por el hecho de conciliar calidades y
contenidos tradicionalmente opuestos: lirismo y tensión narrativa, intensidad y
extensión, elegía y alegría.
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