Roberto Bolaño fue un escritor polémico, odiado, y
finalmente amado, que siempre despertó curiosidad y envidia por su talento
literario. Y quizá lo único irreprochable de este autor sea su constancia para
el trabajo. Bolaño escribía en su estudio de Blanes, en la Costa Brava, en una
periferia geográfica: una linda ciudad-pueblo costero, y también desde una
periferia enunciativa que involucraba un lugar de enunciación alejado del
escenario literario de entonces, aquel escenario que se convertiría en un campo
de batalla por el choque mediático entre colegas, que provocaba el propio
Bolaño con su avalancha de críticas. Esto no resultaría tan grave para el
escritor argentino Saer, quien afirma con respecto a la creación y a la cultura
que:
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